Capilla de los dolores. Zipaquirá
Esta es la versión final, se aprecia, comparando con la anterior que estaba ¨fresca¨ en el momento de la foto, cómo cambia la intensidad del color cuando se seca el pigmento; no se observa la pasión, la magia, el
muga o arte del instante, como llaman los japoneses a ese momento en que estamos absortos, entregados totalmente a una tarea con la mente, el corazón y las manos; esa experiencia se reserva para el autor, porque, como lo he dicho antes, citando al carnaval de Barranquilla, patrimonio de los colombianos: quien lo vive es quien lo goza.
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