Declaración de artista.
Temprano me enamoré de la acuarela, (de la inmediatez, espontaneidad y
fluidez de los colores en el agua) tal vez, a causa de mi formación de
arquitecto, pues la encontré útil para ambientar los proyectos sin cubrirlos.
Hoy, habitante de una civilización acelerada y mediada por la ficción, intento,
en actitud estética, detenerme, respirar y contemplar el mundo, (mundo es lo
que sucede en el tiempo) y crear magia y belleza con la inmediatez,
espontaneidad y fluidez de lo real[1];
porque toda realidad, real o imaginada, es la construcción de aquello que se
intenta descubrir e investigar.
¨… Saberse creador de la
fuerza creadora, - saberse creador de ficciones, - es en la actualidad el punto
de partida de toda convivencia, saber utilizarla, es el punto de partida de
toda ética, no creo, por tanto, que mi discurso se inhiba de lo que suele
llamarse ¨problemas reales¨ pues, qué realidad social pueden establecer unos
individuos que no se han detenido a escuchar su propio ser-haciéndose? ¿qué
estado puede legalizarse a partir del uso o la necesidad si el uso está
determinado por la propiedad y la necesidad se confunde con la insatisfacción
de la mente? Merece prestar oído nuevamente a la máxima: ¨conócete a ti mismo¨.
Merece reflexionar sobre ella en términos de invisibilidad. Lo que somos nunca
lo somos del todo, lo que somos lo estamos haciendo, y dependiendo del modo de
consciencia con que actuemos, iremos haciéndonos sólidos o aprenderemos a
deambular sin rostro. Crearse a sí mismo no es sino suceder en el entramado
común con la consciencia del suceso. Y si el filósofo con su ejemplo no es
capaz de indicar la vía que conduce a ese espacio y si el poeta se ocupa hoy en
día, de relatar los hechos, ¿quien lo hará?...¨ (Chantal Maillard. La razón estética).
Pinto luego pienso; En mi actitud estética no tengo en cuenta ni el
producto ni la finalización de la tarea, pues, entre otras cosas, no se trata
ni de producción, ni de tarea, sino de una acción que realizo libremente, es
decir, cuya motivación y cuyo cumplimiento derivan de su propio impulso. Crear
sentido, para darnos sentido, ésa es nuestra condición. ¿No es eso deleite
?.[2]
G. Pedraza.
