El taller reclama autonomía, soledad para el estudiante-artista; intimidad. Pues en silencio se genera el vínculo con la acuarela, se comprende su lenguaje y conviven en estrecha conexión, manos, medio y mente. Soy así, la herramienta, la materia y la obra. Soy mi propio maestro que como el anthropos, examina lo que ve y se conoce en esa reflexión sobre su acto. (Ranciere). Un rincón en el taller del artista.
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